TU MEJOR AMIGO
Tu mejor amigo tiene algunas cosas que es para mandarlo muy lejos. Sin billete de vuelta.
En la amistad el sentido de la propiedad no existe, tampoco el de la exclusividad…
Así lo sientes desde niño y por la misma razón acumulas amistades sinceras, hondas, largas en el tiempo.
Dar sin exigir. Estar siempre dispuesto. Decir sin tapujos. Aceptar sin reparos. Devolver cuanto antes. Agradecer siempre.
Lo tienes claro y por eso te choca que tu mejor amigo intente desdibujar el esquema, romper las reglas, embarrar la pureza…
¿Celoso? Del aire que toca el pelo de cuantos amas y proteges. ¿Intenso? Hasta decir basta. Hasta el final de los días. ¿Veleta? Cuando la decepción toca tu puerta.
La segunda persona es siempre un buen escondite literario, un púlpito para sacar el corazón por la boca y salir de rositas, como ahora. Como el pensamiento que llevas barruntando unos días para expresarlo en el papel sin que tu mejor amigo se sienta ofendido o se dé por aludido. Para que el ‘seré yo’ no sea motivo de la última cena. Del beso de Judas.
Hoy, entre las dos semanas grandes de esta ciudad, pasada la de recogimiento y esperando la algarabía de la Feria, hoy le dices que se va a quedar con las ganas, que, si sigue leyendo, le importa la amistad y no quiere perderla, pero que, algunas veces, como a ti, le ciega el ombliguismo, le falta tiempo o le sobran excusas.
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Siempre dejo en mis libros una frase aislada en una hoja en blanco. En cursiva y muy corta, como el que no quiere la cosa. Sin punto seguido ni punto final. Sin señas. Con las puertas abiertas de par en par, como las de mi casa.
Hoy, queridos amigos del alma, no sé cómo deciros, a todos, que sangro y muero por vosotros, por vuestros nombres y apellidos, por nuestras historias en común de pocos y muchos años, de subidas y bajadas.
Para todos los que fueron y los que son
Jaime Sabater Perales
Para todos mis amigos