SIEMPRE ELLA
Todo era blanco. Y después negro. ¿O fue al revés? Espera, no, no era así; era una línea aquí y una luz allá, ¿era un voy o un vengo? Aquella esquina… Quizás un callejón y al fondo ella.
—¿Ella?
—Sí, ella. La nuestra, la escandalosa, la que mira desde arriba y nunca humilla.
—Vale, sí, me gusta; la calle, paseos de juventud con ella al fondo sin dominar pero mandando…
—¡Hijo puta! ¡Mamona! Mañana empiezo, ya lo veo; lienzo, lienzo, pincel, pincel.
Llueve fuera, llueve sin parar y el cielo crea manchas que el suelo refleja luces. Colores repartidos sin orden, con armonía, mágico equilibrio. La carretera lleva a la Concepción, donde la fragua explota y rellena con visión descarada, distinta, subida de tono y, a su vez, relajante e inspiradora.
Mujeres, siempre mujeres, colores, locura, una cerveza, corre, templa, pinta, camina; la eterna ciudad que no se esconde, que siempre presume y canta; y al fondo ella.