SERÁ PORQUE TE AMO
Llegábamos tarde a verla a la altura de la carretera de Carmona, buscando a unas amigas entre el bullicio. Más o menos disfrutamos de la mitad del cortejo y llenamos media bolsa con caramelos. Un escuadrón de coches de limpieza marcó el final mientras pedíamos una copa en el alféizar de la ventana de un bar atestado.
Me había quedado con ganas de más, de verla entera.
Susana tenía que envolver regalos y estaba cansada. Las niñas, por WhatsApp, me decían que iban para la Plaza de Cuba. El güisqui con Coca-Cola me estaba subiendo el ánimo, no me quería ir, tenía ganas de más… Necesitaba deambular por la ciudad con los Reyes Magos regalando ilusión por las calles.
Dejé a las chicas, que se irían juntas, y salí escopeteado en busca de un taxi que no pasaba. A la altura de la cervecería Coronado, en la Puerta de la Carne, conseguí uno que me dejó en el Costurero de la Reina. No se podía circular, el puente estaba cortado a los coches y el gentío invadía la calzada. El corazón se me salía por la boca de la caminata y de la emoción contenida al cruzar el río con la noria y las calesitas reflejadas en su cauce nocturno. Al fondo, la Giralda y San Telmo iluminados.
Al llegar a la glorieta de las Cigarreras, dudé entre tirar a la derecha por Juan Sebastián Elcano o seguir por Virgen de Luján hasta Asunción. Ya escuchaba los tambores y observé como la cabalgata avanzaba hacia mí. Así que decidí pararme allí, buscar un hueco y verla solo. Luego alcanzaría a mis hijas. Mi novia ya estaría en casa.
Solo me reconoció una de las acompañantes de la Estrella de la Ilusión, mi amiga María José Villalva, que me enterró en caramelos.
Solo me saludaron dos beduinos a caballo, el siempre generoso conmigo Mario Niebla del Toro, que me entregó unos calcetines, y el tío más campero del mundo, Dani Martínez de la Fuente, que me obsequió con una libreta de cuero para tomar notas.
Solo cacé al vuelo un paquete de mojama y más caramelos. Solo vi llegar en otra carroza a mis queridos Benítez López, que me lanzaron mil pelotas.
Solo me sentí de nuevo un niño al recibir saludos y regalos tan cercanos. Y así me marché en busca de mi prole, con los bolsillos repletos de alegría y con el mismo brillo en los ojos y en la sonrisa que la propia noria sobre el río.
¿Por qué será tan difícil sentirse solo junto a ti? ¿Por qué me costará tanto recogerme cuando te enfiestas, aunque la noche y el frío me encojan? ¿Por qué será, Sevilla?
Será porque te amo.