PERO ES QUE…
Con La señora del gin tonic ya apunté maneras. En Hambre atrasada me lo dije a la cara sin tapujos. Pero es que por mucho que avancemos, aprendamos e intentemos adecuarnos a los tiempos que corren nos salta la vena. La llevamos grabada a fuego en nuestro ADN.
—¡¡Yo no soy machista!! Soy padre de dos hijas, hermano de dos mujeres, compañero de ‘taitantas’…
—¡Qué sí, coño!, que eres un machista de tomo y lomo, igual que tienes los ojos verdes y los pies planos por muchas gafas de sol o plantillas que te pongas —me dice Pepito Grillo—. No te culpo, pero no te justifiques ni te compares con algún amigo cromañón. Solo tienes que pedir perdón y hacer propósito de enmienda cuando la fiebre instintiva anule tu intelecto…
—Llevas razón, Pepito, pero es que ellas están en un plan… Nos descolocan. Le han dado la vuelta a la tortilla de tal modo que nos tienen acochinados en tablas.
—Listas de conquistas como muescas en la culata del revólver, clasificación de chicas por su nivel de desinhibición sexual… Eso y mucho más lo normalizabais, zoquete —insiste Pepito—. Soltabais a las novias en casa para salir pitando a seguir la fiesta hasta el alba con los colegas. Y así hasta el infinito. ¿Y ahora te quejas porque ellas alternen, porque trasnochen más que tú, porque no padezcan a un padre con un reloj suizo haciendo tic tac en su cerebro o a un novio de doble cara?
—Ya… pero es que…
—¡Ni ‘peroesques’ ni leches, mastuerzo! Sal del huevo, asume la igualdad, aunque sea en cosas banales, y disfruta, que la vida son dos días y uno llueve.