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NO ME HA TOCADO

Siempre he tenido la certeza de que nunca me tocaría la lotería, pero sigo jugando. De vez en cuando me pega un flash de emoción al pensar en un primer premio que me retire. Luego echo las cuentas y tendría que llevar varios décimos de ese primer premio para dejar de trabajar. Así que el sueño se queda en la efervescencia de un momento de júbilo y champán, que nunca llegará.

No quiero caer en lo ramplón y manido, pero sí es verdad que tengo mucha suerte con la vida que me ha tocado. Cuando el azar interviene, chungo, pero si soy yo el que tiene que soplar las velas o tomar alguna decisión, la cosa parece que mejora.

Así me pasó de niño la única vez que recuerde que haya ganado algo en un sorteo. Estaba en cuarto de EGB y un señor vino a la clase a promocionar alguna marca. Se estilaba mucho eso por aquel entonces. Nos daban una charla sobre los beneficios de determinado producto con el profesor al lado para apoyar la causa y luego regalaban una muestra a cada niño. En aquella ocasión no recuerdo la firma comercial, pero sí que sorteaban un estuche enorme de metal con lápices de todos los colores imaginables. Ese día éramos veintisiete niños en la clase, recontó el maestro a petición del comercial, que tras enseñarnos el magnífico regalo nos pidió que pensáramos un número del uno al cincuenta.

Yo tenía muy claro el número premiado y cuando llegó mi turno gané el estuche al decir el veintisiete. Estaba cantado. Menos mal que los que participaron antes no se habían coscado de la pista que habían dejado los adultos flotando en el aire.

La fatalidad no ha sido tan benevolente conmigo, por eso me empeño en levantar la cabeza por encima de los nubarrones, en tener los ojos bien abiertos y las orejas de soplillo siempre enchufadas.

Aquí en Sevilla cuentan que Alfonso X el Sabio dejó en nuestra bandera el logotipo NO8DO: ‘no-madeja-do’, acrónimo con jeroglífico que significa ‘Sevilla no me ha dejado’, por el apoyo incondicional de esta ciudad en la lucha por el trono contra su hijo Sancho.

A mí la lotería ‘no-matoca-do’, pero seguiré trabajando para que, al menos, no me abandone la suerte.

Jaime Sabater Perales

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