MARTILLO EN MANTECA
No caben dos litros de agua en una garrafa de un litro por mucho que lo intentes.
Cada año me invitan a la Feria de Jerez o a hacer el Camino del Rocío. Y no digo que no conozca ambos eventos del calendario. He disfrutado como un niño chico de alguna tarde larga en la Feria del Caballo. También he vivido una noche en Villamanrique de la Condesa vibrando con el cante alrededor de una candela. Y de un día en la aldea más hospitalaria del mundo, de casa en casa, respirando la hermandad única de aquel espacio mariano.
Pero sin carné, que luego pasan lista.
Y para listo mi cuerpo que se pone en modo defensa y me dice: «Para el ritmo».
«Bronconeumonía», describe el informe médico emitido la tarde del día de la madre. De la alergia al resfriado y de este al catarro. Y la tos que no amainaba y yo que no echaba el freno.
Que si una boda, que si el Premier Pádel, que si entras, que si sales. Teta y sopa, sopa y teta y a la cama con receta
No iba a dejar de ir a comer con mi madre y mis hermanos. Tampoco he dejado de atender varias reuniones programadas para el lunes y el martes de esta semana.
¡Sí a todo!
Pero sí, eso, hay que escuchar al cuerpo. Pararse, medicarse, descansar y mirar por uno.
Pretendo llegar a tener el pelo totalmente blanco. Que el día de San José, dentro de muchos años, mis hijas me lleven a comer a un sitio con terraza rodeado de nietos mimados y que, con el pretexto de la próstata, entre en el restaurante y deje la cuenta pagada.
Quiero seguir yendo al gimnasio cuando no tenga que levantar por obligación la tapa del portátil. Ser capaz de ponerme el bañador de licra y hacer unos largos sin ahogarme ni tocar fondo, aunque haya cumplido los setenta.
Pasear a mi perro y quedar con mis amigos para abrir dos botellas de buen tinto. Poder conducir hasta la playa un lunes para quedarme allí dos semanas sin echar cuenta de nada, sobre todo del tiempo.
Pensar durante tres horas en qué regalarte por el día de tu santo y dedicar una mañana entera a elegir el verbo adecuado para la frase perfecta.
Jaime Sabater Perales
No me esperes en Jerez ni me busques por el Rocío, que quiero durar más que un martillo en manteca, por favor yo te lo pido.