LA CASA DE CARTÓN
—Mami, aquí podemos vivir los dos —dijo Pepe, aquel 16 de febrero de hace tanto tiempo, metido en una caja de cartón.
Ella apretó los dientes, aguantó otra vez las lágrimas y se perdió por la calle con una maleta ligera de ropa y cargada de dolor.
Al poco tiempo, Pepe cumplió siete años. El menor de los cuatro que tuvo que dejar atrás. Rota, atrapada en un acuerdo «señorito», sin custodia ni recursos.
Aquella caja endeble fue su faro desde entonces. Tuvo que buscar piso y trabajo. Empezar de cero con la única esperanza de volver a ellos, pero sin él y sus vergüenzas tapadas por el dinero.
Esta mañana, después de tantos años, al pasar por el otro dormitorio se asoma. Ya un hombre hecho y derecho, agotado de un día duro de trabajo, su niño duerme entre sábanas limpias, por fin, en la casa de cartón.