INSTANTÁNEA BELLEZA
Meditabundo esperaba que le sirvieran el café y la tostada por la ventana del bar que daba a la calle. Su absoluto atuendo negro contrastaba con el rugido primaveral. Buscó mesa con parsimonia a pesar de la juventud que irradiaba su figura. Hasta que llegó ella con la misma guisa absoluta y, moviendo las caderas medio bailando, le cambió el gesto.
La perrita albina con bandana al cuello, que venía con él, chocaba con la oscura pareja, aunque la armonía se apoderó del conjunto y el aire se impregnó de instantánea belleza.